Cada dos por tres alguien llama por teléfono a The Wild Detectives para que le ayuden a demostrar que su esposa le es infiel o que un empleado no sufre realmente la depresión que dice padecer. Es decir, preguntando por sus servicios de investigación privada. “Esto es Texas, al fin y al cabo”, me explica Javier García del Moral, librero y copropietario junto a Francisco Vique de una librería que se encuentra, en efecto, en tierra de frontera, búsquedas, tensiones y desapariciones. En territorio binacional y bilingüe.
The Wild Detectives no sólo juega a confundirse —involuntariamente— con una agencia de investigación privada. Durante la pandemia hizo una campaña, que se volvió viral, anunciándose como agencia de viajes. Y, desde su inauguración el 28 de febrero de 2014, se reivindica como un bar librería (o viceversa).
Los cafés y las cervezas son importantísimos. Permiten asegurar la viabilidad económica de la empresa y competir contra Amazon. Ahora es posible comprar libros on-line a través de la plataforma Bookshop, que apoya a las librerías independientes de todos los Estados Unidos, permitiendo que sus clientes reciban en casa libros que han descubierto gracias a su librería favorita e ingresando en la cuenta bancaria de ésta una comisión de la venta. Pero durante años el reclamo de la librería fue que, como no tenían servicio de envío a domicilio, si hacías el esfuerzo de comprarles a ellos y caminar o conducir hasta allí, te invitaban a una birra.
La programación cultural también ignora las fronteras y los géneros, en la tradición del salvaje e interesante Oeste. The Wild Detectives acoge tanto conferencias y presentaciones de libros como espectáculos y eventos de música, teatro, danza o arte contemporáneo: todo aquello “que esté relacionado con la difusión del conocimiento y la conversación”, afirma el librero (que, significativamente, antes fue ingeniero de puentes y caminos). La pandemia les ha hecho darse cuenta de que disponen de un enorme patio o jardín, que no utilizaban y que ahora es el espacio de reunión por excelencia.
Como la obra en marcha que es, las nuevas conversaciones han ido moldeando los propósitos iniciales. Aunque siguen siendo fieles a su especialización en narrativa contemporánea, ensayo y poesía, en inglés y en español, el fondo se ha ido adaptando a los grandes debates de los últimos años, como el feminista o el de #blacklivesmatter.
De los tres libros más vendidos en el establecimiento, solamente uno no tiene relación directa con la librería: la serie de Cuentos para niñas rebeldes. Los otros dos son Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño, en las ediciones de Anagrama y de Alfaguara, yReading Quirks: Weird Things that Bookish Nerds Do! En español se titula Bibliomanías y pertenece al catálogo de Pepitas de Calabaza. Se trata de una colección de anécdotas, preguntas y malentendidos muy propios de la relación entre lectores –sobre todo no habituales—y libreros. Es obra y marca de la casa.
Por su cercanía con México, mantienen una fuerte relación personal no sólo con escritores estadounidenses, sino también con autores del otro lado. Entre los cómplices se encuentran “Ben Fountain, Leni Zumas, Miriam Toews, Merrit Tierce, Verónica Gerber Bicecci, Emiliano Monge o Carlos Velázquez, algunas de las voces más relevantes, a nuestro entender, del presente literario”, prosigue García del Moral.
Si, desde que abrió sus puertas, The Wild Detectives ha sido una embajada de la cultura iberoamericana en el sur de los Estados Unidos, durante el gobierno de Donald Trump, como tantas otras librerías demócratas y auténticamente republicanas, ha intentado que algunas de las puertas y ventanas que el presidente se empeñaba en cerrar siguieran abiertas. Por eso su cliente ideal es quien, me dice, “se deja llevar por la curiosidad, el que tiene una mente todavía permeable a lo desconocido e inesperado, cualidades cada vez más difíciles de cultivar en la era digital, quién lo iba a decir”.