Hoy toca uno de esos especiales en los que vamos a poner en el punto de mira una serie de títulos que se alejan del mainstream y, de paso, del género de los superhéroes. Para ello vamos a acudir a algunas de las editoriales más interesantes de nuestro país y a varias propuestas recientes que no han podido dejar mejor sabor de boca en los aficionados. Géneros de lo más variados y autores que van desde los completamente consolidados hasta las jóvenes promesas. Todos ellos tienen un punto en común: la inmensa calidad de sus trabajos.
Abrimos con un producto interesantísimo por parte de Leviathan Labs, editorial nacida en Italia a finales del 2019 pero que, poco a poco, van abriéndose al mercado internacional a base de series bien facturadas que consigan captar la atención de los lectores. Su desembarco por estos lares ha supuesto la aparición de obras como Vietnam Horror (donde se mezcla con gran acierto el género bélico con el terror fantástico made in Lovecraft), Buddies (un delirante y divertido homenaje al cine de acción de los setenta aderezado con algunas gotas de zombies, vudú y caníbales) o Giallo (revista de historias cortas en las que autores de lo más diversos nos van a poner los pelos de punta con sus terroríficos relatos).
Hasta aquí todo bastante bien pero llega a nuestras manos el primer volumen de Locust y la cosa empieza a ponerse seria de verdad. Un survival postapocalíptico de terror (otra vez) firmado por Massimo Rosi (el mismísimo jefe de la editorial) y el dibujante español Alex Nieto en el que la humanidad ha sufrido las consecuencias de una plaga originada en África que se ha expandido a nivel mundial con gran velocidad. Los habitantes del planeta se han convertido, casi en su totalidad, en unos horribles insectos gigantes muy parecidos a las langostas. ¿Qué panorama nos deja esto? Unos pocos supervivientes que no han sido infectados y que harán todo lo posible por sobrevivir a las cataclísmicas consecuencias.
Un paisaje nada halagüeño para Max y su anciana madre, los personajes protagonistas de la historia que intentarán escapar de todas las amenazas que se les irán presentando por el camino. No van a ser pocas ya que, las circunstancias, va a sacar lo peor del ser humano y la travesía estará repleta de escollos. Rosi aprovecha para introducir ciertos aspectos religiosos en el guión, el que los humanos terminen convertidos en langostas no es algo casual o arbitrario y podemos encontrar su origen en el libro del Éxodo donde ya tenía lugar otra plaga bíblica de semejantes consecuencias.
A todo esto también habría que añadir otro peligro más como es el fanatismo religioso representado aquí por un grupo autodenominado Los Elegidos de Dios que, por momentos, nos van a hacer olvidar al propio virus. La relación que se establece entre Max y este peligroso culto va a ocupar buena parte del volumen dando como lugar una trama apasionante, oscura y tan intrigante como dinámica. Todo ello lo logra, además, con unos referentes muy claros y de sobra conocidos por el gran público, la atmósfera de productos como The last of us o The Walking Dead van a estar presentes a lo largo de la obra de Rosi y Nieto.
Nos quedamos con el dibujante madrileño y su estilo maduro, pausado y, narrativamente, exquisito. Autor completo de todo lo que vamos a ver a lo largo del volumen, la oscura paleta de colores resulta perfecta para meternos en el mundo desasosegante donde tiene lugar la acción y su trazo académico nos recuerda a otros nombres de la industria como Jorge Fornés o David Mazzucchelli. Una primera entrega que nos deja con ganas de más, no solo por su cliffhanger final, sino por el planteamiento tan atractivo de los autores y el entretenimiento mayúsculo que ha supuesto su lectura. No queda ahí la cosa, en breve debemos ir preparándonos para el desembarco de cierto Rey Bárbaro que promete emociones fuertes.
Locust Volumen 1
Massimo Rosi y Alex Nieto. Leviathan Labs. 15,00 € (128p.) ISBN: 9791280137708
No nos alejamos demasiado del género propuesto por Locust y nos adentramos en todo un clásico que nos trae La Cúpula con su habitual buen gusto. Para ello echamos mano de la nueva edición que nos han preparado de uno de los títulos estrella de su catálogo: Agujero negro de Charles Burns. Todo aquel que esté familiarizado con la obra sabrá que no estamos ante el mismo tipo de terror que nos proponían desde Leviathan Labs, a pesar de mediar también una epidemia que transforma a todo aquel que se infecta de ella. Burns se va a decantar por una serie de deformaciones en el físico que variará en importancia, pudiendo ser algo leve o, por el contrario, convertir al “huésped” en todo un monstruo.
Doce números, casi cuatrocientas páginas, en los que se nos va a presentar un retrato de la juventud de la década de los setenta. Por todos es sabido de la importancia y dificultad con que se recuerda una etapa como es la adolescencia, unos años marcados por el despertar hormonal, los primeros escarceos con las drogas y el peligro que suponían las enfermedades de transmisión sexual. Es precisamente esto último lo que marcaría el amor libre de aquellos días, convirtiéndose en un freno para muchos jóvenes que veían una ruleta rusa el tener relaciones con alguien.
En Agujero negro, esta amenaza, tomo la forma de un bacilo, el causante de las deformaciones físicas mencionadas anteriormente, efectos que varían en gravedad, pudiendo ocultarse en algunos casos o, agravarse, si no se tiene demasiada suerte. Todo aquel que se contagie con esta enfermedad terminará repudiado por la sociedad y acabará exiliado en el bosque que rodea Seattle, emplazamiento donde transcurre la historia. Burns maneja toda la situación a su antojo y utiliza el bacilo como nexo para unir las vidas de los personajes principales de la obra, cuatro jóvenes (Keith, Rob, Eliza, Chris) que van a entablar relaciones amistosas y sexuales en las que no van a faltar el alcohol, las drogas, la incomprensión de la sociedad y la carencia de afecto por parte de la familia.
A la postre, y como posible moraleja final de la obra, lo que termina convirtiéndose en una verdad absoluta es el hecho de que todos podemos contagiarnos con los efectos de la enfermedad, dando igual el escalafón social al que pertenezcamos, nuestro destino estará en la marginalidad que nos ofrece el bosque, alrededor de una hoguera en compañía de otros “enfermos” mientras compartimos comida barata para sobrevivir un día más.
Mucho se ha escrito acerca del trabajo de Burns, una obra de culto bajo el disfraz de slice of life underground que no deja indiferente a nadie. Su maestría a la hora de retratar el nihilismo tan exacerbado del que hacía gala la juventud de los setenta nos transporta directamente a esa época, nos hace partícipes de una agonía cuya única forma de escape será a través del uso de las drogas, representado en multitud de páginas con referencias lisérgicas y experimentación visual. Un clásico, se mire por donde se mire, que vuelve a estar disponible para disfrute de todo aquel que aún no haya tenido el placer de adentrarse en un mundo extraño y malsano.
Agujero negro
Charles Burns. La Cúpula. 29,50 € (372 p.) ISBN: 9788618809545
No cambiaremos demasiado el discurso para hablar de la siguiente obra, Ghost World, otro clásico del cómic underground publicado por La Cúpula y, en él, Daniel Clowes nos va a contar la vida de dos chicas adolescentes que acaban de finalizar el instituto y se encuentran bastante perdidas en la vida y en la ciudad en la que viven (localización americana genérica que no se nombra en ningún momento del relato). El autor de Illinois compone un retrato perfecto de dos personas inexpertas y hace cómplice al lector para que se convierta en observador imparcial de una serie de desdichas cotidianas absolutamente delirantes (y un tanto maliciosas). De paso, nos va a hacer reflexionar sobre nosotros mismos, trasladándonos a una época que creíamos haber dejado atrás y, después, toca compararlo con nuestra actual situación, haciéndonos preguntas bastante incómodas.
Tanto Enid como Rebecca no saben qué hacer con sus vidas, tienen dieciocho años cada una y acaban de finalizar la educación secundaria (al menos la de aquellos días). Ha llegado el momento de madurar y tomar decisiones importantes, de esas que son poco menos que vitales de cara al futuro que les espera, ese que les llevará a la vida adulta. ¿Miedo? ¿Cinismo? ¿Desprecio a la sociedad? De todo un poco. La relación que se crea entre las dos chicas va a estar en un continuo tira y afloja provocado por las diferencias que hay entre ellas. Enid, de gustos un poco más eclécticos, parece querer llamar la atención constantemente, huyendo de lo establecido y enarbolando su amargura existencial para desgracia de Rebecca, una persona de gustos mucho más estándar y menos dada al victimismo social. Pues, a pesar de estas discrepancias, su amistad está por encima de todo.
Sin embargo, a medida que avanza la historia veremos como va a apareciendo cierta distancia entre ellas, una pequeña herida provocada por esas decisiones que hay que tomar, elecciones de caminos distintos. Clowes consigue lo que se propone, haciendo que el lector pueda juzgar el comportamiento de las amigas desde un punto de vista más adulto. Bien es cierto que leer Ghost World a distinta edad nos va a hacer ver la historia de manera completamente diferente, viendo todas las locuras cometidas por Enid como algo divertido o una completa irresponsabilidad. Incluso nos hace echar la vista atrás, hacia nuestro yo de hace años, ese al que podríamos decirle un par de cosas para advertirle lo que el futuro le tenía guardado y poder ahorrarle algún que otro golpetazo. Un trabajo que apela directamente a la nostalgia del lector y que juega con nuestros sentimientos desde la primera página, haciendo de nuestras emociones una montaña rusa y hurgando en heridas que pensábamos estaban cerradas ya. Parece que nunca se deja de ser adolescente.
Ghost World
Daniel Clowes. La Cúpula. 12,90 € (84p.) ISBN: 9788415724438
Seguimos con otro clásico del Noveno Arte, un volumen gigantesco, en la acepción más amplia de la palabra, que la editorial Diábolo ha publicado recientemente. Domingos con Walt & Skeezix supone todo un hito en nuestro país, la primera toma de contacto con Gasoline Alley de Tom King, unas tiras de prensa americanas que vieron la luz por primera vez hace ya la friolera de cien años. Con este volumen vamos a poder deleitarnos con una selección de planchas dominicales que nos ha pillado a todos por sorpresa ya que estamos hablando de un material que, a pesar de su calidad, jamás pensamos ver publicado en la lengua de Cervantes.
Páginas que fueron publicadas entre 1921 y 1934 pero que el tiempo ha tratado de maravilla, proporcionando una lectura exquisita. Gasoline Alley nos ofrece una buena ración de costumbrismo aderezado con una imaginación desbordante, mezcla imposible que gracias al buen hacer de King todo llega a buen puerto. El autor nacido en Wisconsin centra la acción de su tira en la vida y relación de un niño con su tío, lo hace además aplicando a conciencia el efecto que produce el paso del tiempo sobre estos personajes. Esta maniobra le va a permitir imprimir distintos matices a cada una de las planchas, dependiendo la edad que “tengan” en ese momento los protagonistas.
Pero, ¿quiénes son estos personajes? Para saber la respuesta a esta pregunta tenemos que trasladarnos hasta Gasoline Alley, una población ficticia ubicada en Norteamérica en la que algunos de sus vecinos más célebres (Walt, Bill, Doc o Avery) pasan el tiempo hablando sobre coches cerca de la estación de servicio del lugar. Uno de ellos, Walt, resulta ser un solterón empedernido que, una noche, va a recibir un inesperado regalo: alguien ha dejado un bebé abandonado en la puerta de su casa. El bueno de Walt intentará por todos los medios “regalar” a Skeezix (así se llama la criatura) a alguna de las parejas que viven cerca de él pero, finalmente, se encariña del pequeño y decide pasar su vida criándolo y viendo como se hace mayor.
Y no crean que King necesita mucho más para elevar a clásico su producto. La mayoría de los personajes que va a utilizar están basados en conocidos o familiares, creando de esta manera un entorno bastante cotidiano. El hilo conductor de la trama principal, si es que podemos llamarla así, no es otro que las vivencias diarias de todos ellos, el paso de la vida y el hacerse mayor, crecimiento en tiempo real para disfrute del lector. Todo esto va a acontecer en las strips diarias, por otra parte, en las páginas dominicales vamos a pasar un poco de tiempo libre con la pareja, haciendo alguna excursión o acampada, yendo a la playa o paseando por el bosque.
El estilo empleado por el historietista va a dejar boquiabierto a todo aquel que no esté familiarizado con esta tira. Impregnando las páginas de cierto componente onírico y algo místico, consigue crear una atmósfera única en la que se mezcla el humor, la cotidianidad y lo fantástico. Todo ello ilustrado de manera majestuosa, alternando distintos trazos para alcanzar un nivel mayestático, minucioso y espectacular. No se conforma con todo esto y se permite el lujo de jugar con las tintas, con las disposición de las viñetas, con los fondos, con las texturas, todo puede jugar un papel determinante en la narración convirtiéndose en un elemento clave para el desenlace de la acción.
La edición que nos trae Diábolo es sencillamente perfecta. Lo primero que nos va a llamar la atención es el tamaño del volumen (38 x 28,5), unas medidas considerables pero que permiten apreciar la grandeza de las ilustraciones en todo su esplendor sin que la manejabilidad del mismo se convierta en un impedimento. El tipo de papel y la reproducción también son un acierto total, al igual que la selección de planchas que sigue al pie de la letra lo publicado en la edición americana por parte de la editorial Sunday Press. Todo ello aderezado de múltiples artículos profusamente ilustrados que aportan el contexto y la información necesaria para convertir este Domingos con Walt & Skeezix en uno de los acontecimientos del año.
Domingos con Walt y Skeezix. Selección de planchas dominicales de Gasoline Alley
Frank King. Diábolo Ediciones. 39,95 # (120p.) ISBN: 9788419790057
El broche final del presente especial lo vamos a poner con El último monstruo mecánico, una obra firmada por Brian Fies que vio la luz de manera digital en el año 2013. No estamos hablando de un recién llegado a la industria, el autor recibiría en 2005 el Premio Eisner al mejor webcomic del año por El cáncer de mamá, un relato autobiográfico en el que narraba la experiencia sufrida con esta enfermedad. Gracias a Dolmen podemos disfrutar de una historia que busca su inspiración en el universo protagonizado por el Hijo de Krypton.
The mechanical monsters es el segundo cortometraje de Superman creado por los hermanos Fleischer, una pieza que fue proyectada por primera vez en 1941. Tuvieron que pasar bastantes años hasta que dicho metraje fuera de dominio público, momento que Fies aprovecharía para escribir y dibujar su cómic. El malvado inventor ataviado con un esmoquin que aparecía en la gran pantalla mandando un ejército de robots para robar bancos y joyerías, y que terminaría viéndoselas con Superman, va a convertirse en la pieza que va a dar comienzo a la trama de El último monstruo mecánico.
El tiempo ha pasado y nuestro villano ha pagado su deuda con la sociedad. Sin embargo, a pesar de su avanzada edad, no puede sacar de su cabeza la idea de tomar venganza contra el mundo por todo lo que ha acontecido. Pero, ¿cómo podrá adaptarse al siglo XXI un malhechor de los años cuarenta? Un planteamiento tremendamente original que va a dar pie a momentos muy divertidos y emotivos. Para hacer pagar a la humanidad por estos años de cautiverio va a tener que construir uno de sus robots mecánicos, algo que no va a resultar fácil si tenemos en cuenta la falta de recursos que va a sufrir.
La premisa de la obra va a dar lugar a multitud de situaciones cómicas pero, sobre todo, a la aparición de personajes entrañables que van a interactuar con el personaje principal. Ted, el conductor del autobús, Lillian, la trabajadora de la tienda de electrónica, o Helen, la bibliotecaria; todos ellos van a formar una extraña “familia” en la que todos tienen sus momentos de gloria. Todo esto, muy a pesar del anciano villano ya que él no quería relacionarse con este mundo que tanto odia y al que quiere hacer pagar por haberlo tenido encerrado tantos años.
Fies no se complica demasiado y utiliza tan solo lo necesario para que el relato funcione a la perfección. Su estilo sencillo y de línea clara no puede resultar más agradable, tanto en el diseño de personajes como en la elaboración de fondos, todo parece estar medido, sin que sobre ni falte nada. Incluso la disposición de las viñetas (3 x 3) se mantiene a lo largo de todo el volumen y tan sólo se rompe el esquema cuando se quiere dar mayor importancia a un hecho concreto de la trama. Esperemos que una obra tan maravillosa como esta no pase inadvertida ante la continua avalancha de novedades mensuales y, desde Dolmen, se animen a publicar algún que otro título del autor. Bien merece la pena.
El último monstruo mecánico
Brian Fies. Dolmen Editorial. 29,90 € (200p.) ISBN: 9788419380784