Las nuevas amenazas que estas últimas semanas está trayendo consigo la pandemia del Covid-19 están provocando nuevas consecuencias en la economía. No solo vislumbramos otra tormenta económica, sino que se diría que nos enfrentamos a una nueva tormenta psicológica. Esta distopía está durando demasiado. Y lo peor es que no oteamos su final. Los expertos coinciden en que esta segunda ola traerá consigo una segunda crisis. Pero el mundo editorial se resiste a aceptar la adversidad: Si hay una industria que se niegue a plegarse a ella es el libro. Ninguna editorial lanza campanas al vuelo, es cierto. Son tiempos confusos. Pero no hay amenaza que amilane sus ganas de futuro, los proyectos para los próximos meses, la incorporación al catálogo de novedades, la preparación de sus lanzamientos, el empeño, en fin, por burlar los nubarrones que se ciernen sobre nuestras cabezas.
Comencemos por lo último. Es cierto que no ha habido presencialidad en las ferias del libro de Frankfurt y Madrid. Es cierto que la misma suerte han corrido certámenes anuales como los Hay a lo largo y ancho del mundo. Es cierto que Guadalajara no engalanará sus calles con los vivos colores mexicanos del modo a como nos tenía acostumbrados. Se ha impuesto la virtualidad, los ordenadores, las tabletas y teléfonos móviles a los que hemos convertido en los nuevos salones de estar, en las inesperadas mesas de reunión, en el punto de encuentro que jamás habíamos pensado utilizar. Muchas voces críticas se han negado a considerar que las ferias y los festivales en torno a la industria del libro hayan disfrutado de una celebración real. ¿Cómo aceptar una feria virtual cuando no hay un sector que más cercanía imponga que el libro?
En cambio, Frankfurt y Madrid han celebrado sus ferias por mucho que sus más críticos detractores las hayan negado. Y los Hay se han celebrado como los esperanzadores festivales de la palabra. Las librerías siguen abiertas, las bibliotecas también, el volumen de venta de libros en España ha crecido levemente estos últimos dos meses, aunque en algunas regiones de Hispanoamérica los datos sean más preocupantes. Hay una sensación de trabajo permanente —de inquietud y preocupación también—, pero de optimismo moderado por lo bueno que puedan traer consigo las fiestas de Navidad y su liturgia de regalos. El libro se niega a caer en la desesperación como otros sectores han caído. Y esa es una certeza que ha de ilusionarnos.
Por nuestro lado, en Publishers Weekly en Español hemos reforzado nuevas secciones y en este número detallamos las estrategias de éxito (y resistencia) de cinco de las editoriales independientes más importantes en lengua castellana. Impedimenta, Libros del Asteroide, Nórdica, Sexto Piso y Periférica nos enseñan una lección que no deberíamos de pasar por alto. Su asociación Contexto se constituyó hace doce años y hoy es un modelo de unión que ha de inspirar otras iniciativas que juntas pueden hacer frente con mayor garantía de éxito a los muchos obstáculos que el mundo del libro ha de vivir a diario.
Una última sugerencia: No dejen de leer el reportaje sobre la actividad editorial en Centroamérica firmado por Gerardo Guinea Diez. Aquellos colegas nos hacen ver hasta qué punto la adversidad puede ser un obstáculo salvable a fuerza de tesón, inteligencia y entereza. Feliz lectura.