La escritora Irene Vallejo recibió anoche el premio Antonio de Sancha 2022 que concedió la Asociación de Editores de Madrid «por su extraordinaria aportación al conocimiento de la historia del libro y al fomento de la lectura a través de su obra El infinito en un junco».
El acto, que tuvo lugar en el Instituto Cervantes, comenzó con las palabras de bienvenida de su Secretaria General, Carmen Noguero, que resaltó el impacto que la obra ha generado en todo el mundo y del que han sido testigos a través de las sedes internacionales de esta institución.
La Directora General del Libro y la Lectura, María José Gálvez, felicitó a Irene Vallejo por el premio y por encarnar la defensa de la cultura y el amor a los libros con pasión y con razón. «Ha sido una oportunidad para nuestra literatura porque ha situado nuestro pensamiento a nivel internacional y porque ha sido un impulso para las traducciones, para ver que es posible traducir ensayo, traducir pensamiento, y hacer de la literatura nacional, literatura universal», afirmó. Gálvez quiso agradecer a Irene lo que, para ella era más importante: estar siempre pendiente de los lectores.
En su intervención, el Viceconsejero de Cultura y Turismo de la Comunidad de Madrid, Daniel Martínez, aseguró que solo el libro es el vehículo de transmisión del conocimiento profundo, complejo, sutil y completo de la mente humana; y agradeció a la premiada «que ilumine, para todos, la historia del libro y, con ello, una parte de nosotros mismos».
Por su parte, el Director General de Bibliotecas, Archivos y Museos del Ayuntamiento de Madrid, Emilio del Río, habló de la capacidad «borgiana» de la obra de Irene Vallejo de convertirse en una extensión de la imaginación y de la memoria para volver a encontrarnos con el placer infinito de la lectura y de los libros.
Cerraba las intervenciones el Presidente de CEDRO y la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), Daniel Fernández, que recomendaba encarecidamente la lectura de El Infinito en un junco «porque se trata de un maravilloso libro que justifica la cita de Cicerón en la que asegura que si tienes un jardín y una biblioteca, no necesitas nada más».
En la presentación que el Presidente de la Asociación de Editores de Madrid (AEM), Manuel González, realizó del premio y la premiada, destacó que «el corazón que la Vallejo pone para llegar a esa comunicación íntima con el lector es fruto de una meditación llevada a cabo durante largos años de trabajo, de reflexión sobre los conocimientos adquiridos y los textos leídos». González resaltó, además, la generosidad de la autora: «cada vez que habla y que se expresa, nunca habla de su libro, del libro que le ha dado el reconocimiento, sino que habla de nuevas ideas, de nuevas posibilidades creativas. Por eso tenemos la esperanza de que con el paso del tiempo Irene nos vuela a regalar trabajos de tanta dimensión y de tanta grandeza como el que hoy premiamos».
Tras recibir el premio, en su discurso de agradecimiento, Irene Vallejo reconocía que supone una especial alegría recibir un premio concedido por editores a los que calificó como «seres casi mitológicos que en medio de las tempestades hacen libros con el material del que se forjan los sueños». La autora recordó la figura del que lleva el nombre del premio, el editor Antonio de Sancha y dedicó un especial agradecimiento a sus editores del sello Contraseña, con quienes dio sus primero pasos, a los editores de la familia cosmopolita de Penguin Random House, y al equipo editorial de Siruela, encabezado por su directora Ofelia Grande, «que hicieron lo imposible e impensable y acogieron mi libro estrafalario y, al hacerlo, me cambiaron la vida. Resultó que Siruela era mi ínsula quijotesca, un paraíso fortuito». Vallejo aseguró que la mejor razón para brindar era por la fragilidad acorazada de los libros y por los jardineros fieles de la cultura, los editores.
El acto cerró con un coloquio protagonizado por la galardonada y por el escritor y periodista Guillermo Altares, en el que pudieron conversar sobre cuestiones como la versatilidad del género del ensayo, del hedonismo como el camino para aproximarse a la lectura, el poder del libro y la censura aun existente y de la necesidad de proteger a los clásicos.