La Feria del Libro de Madrid llega en septiembre a su ochenta edición en el año del regreso tras la obligada suspensión por crisis sanitaria
Un libro recorrerá la historia grafica de una cita esencial para el sector que comenzó en 1933
Una madre recorre el parque del Retiro con su hijo pequeño. Caminan despacio por un rincón cercano a la puerta del Ángel. De repente, la escena se ilumina, cobra vida en la memoria y se proyecta hacia el futuro. Una niña, lápiz en mano, se encuentra ante una caseta que proyecta una luz sobre el parque y los tres personajes forman una onírica escena que es el cartel de la Feria del Libro de Madrid 2021, diseñado por la ilustradora Andrea Reyes. El cartel es un punto de partida, el de una feria que es especial este año por varios motivos: ochenta, un número redondo que designa la edición que se celebra en Madrid y que motiva la edición de un libro sobre su historia gráfica; reencuentro, que es lo que se produce tras un año en el que la covid-19 obligó a suspenderla en 2020 y limitar los actos a encuentros a través de internet; frontera entre verano y otoño, que es el cruce de estaciones elegido, pandemia obliga, en vez de la tradicional primavera.
Al fin se podrá disfrutar de una nueva Feria del Libro en El Retiro, aunque sea con restricciones que hagan inviables las fotos de multitudes acercándose a las casetas. Será del 10 al 26 de septiembre y con Colombia como país invitado, igual que estaba previsto el año pasado cuando la cuarentena obligó primero a retrasar la fecha de la feria y después a suspenderla definitivamente ante el empuje de la segunda oleada del virus. De cualquier forma, el libro en la calle vuelve a ser protagonista, el encuentro entre lectores y escritores, libreros y editores. Algunos de ellos llevan muchos años detrás de la feria y la creen necesaria. “Ilumina y focaliza la pieza básica con la que trabajamos: el libro”, dice Juan Casamayor, editor de Páginas de Espuma. “Volver a la feria es algo anímico, retornar a una pauta de actividad real y comercial”, añade, después de un año 2020 “que fue un rosario de cancelaciones, no sólo fue la de Madrid, sino que ahí estaban suspendidas también las de Buenos Aires, Bogotá, nuestra tan querida Guadalajara…”.
Y si hay asistentes que llevan años habitando en las fechas de la feria en las casetas de El Retiro, hay otros que lo hacen por primera vez. “Para nosotros es como una experiencia piloto”, dice Patricia Ramírez, de la librería Taiga de Madrid. Abrió la librería en diciembre de 2019 y en marzo de 2020 llegó la pandemia y tuvo que cerrar. Tampoco hubiera podido ir a la del año pasado de haberse celebrado, ya que no llevaba un año agremiada. “Cuando abrimos la librería funcionó muy bien, quizá porque no hay otras en el barrio, que tiene un nivel cultural alto y alto nivel adquisitivo y luego no nos ha ido nada mal”.
Patricia Ramírez entró en el negocio de los libros sin experiencia previa en él. Procedía del sector farmacéutico y un día decidió que quería cambiar de aires. Optó por montar una librería y adoptó el nombre de una que ya existía en otra ciudad perteneciente a un familiar suyo, la librería Taiga de Toledo. De modo que a la Feria del Libro de anteriores ediciones ha acudido, sí, pero desde el otro lado. “Yo siempre he ido, pero como paseante en un sector que no era el mío”, afirma.
Tanto Juan Casamayor como Patricia Ramírez ven en la feria una oportunidad no solo económica. “La facturación no es significativa —dice el editor de Páginas de Espuma desde su amplia experiencia en esta cita—. Es importante, claro, sobre todo en la cuenta de resultados de junio, pero ni mucho menos perderla significa que nos hundamos”. Una editorial como la suya puede vender en torno a los treinta mil euros y cubrir en el primer fin de semana el coste que supone acudir, en torno a los dos mil quinientos euros. “Lo importante es hablar de los libros para que durante todo el año se vean en las librerías”, añade.
La propietaria de Taiga Madrid agrega que, sin tener datos para comparar, ya que es su primera ocasión, todo el sector le comenta que económicamente ya es interesante. “Pero a mí lo que me interesa es estrechar lazos con los editores y otras personas del sector y encontrarme allí con los lectores. La Feria del Libro es una gran oportunidad por lo que me dice todo el mundo”.
Hay, por tanto, mucho de estrechar lazos, de volver a la calle, de reencuentro. Y de todo eso hay en la imagen de la feria, en el cartel de Andrea Reyes. Por ello eligió un cartel narrativo, contar una historia, como ella misma explica: “Hemos querido hacer dos homenajes al mismo tiempo. Al ser el ochenta aniversario había que recordar toda esa historia y a todas las generaciones que hemos vivido desde pequeños la feria. Y, por otro lado, he querido recuperar, aprovechando que salimos de una experiencia tan dura, esa cualidad tan bonita que es el asombro, la curiosidad que viene desde niño y que muchas veces perdemos de adultos. He querido fusionar ambas cosas”.
De modo que la niña que está dibujando en el cartel es el recuerdo de la madre que aparece también en él con el niño. Regresa a la feria ya de mayor “y trasmite al hijo lo que ella ha vivido y ha aprendido”. La ilustración recoge “dos momentos que ocurren a la vez” y en realidad los tres personajes son solo dos, puesto que la niña es la madre que viaja al pasado para enseñárselo a su hijo.
El director de la Feria del Libro, Manuel Gil, habló del cartel durante su presentación como una muestra de “estética vintage que nace con vocación de culto”. Andrea Reyes acepta con agrado esta definición. “No lo pensé como tal, pero es verdad que yo soy una persona bastante analógica y me gusta trabajar a mano las fotografías antiguas. He buscado sin pensarlo que la estética represente de alguna manera todo el pasado, además del presente y del futuro a través de los niños”.
El cartel está hecho en acuarela, una técnica querida por la autora, junto al dibujo con lápices. “Ahora me voy a poner con el óleo también, que nunca lo he utilizado”. Andrea Reyes ya ha tenido mucha relación con el mundo del libro. Ha trabajado con editoriales como ilustradora y con la Asociación de Editores de Madrid en la campaña que saca los libros a la calle. Ahora está inmersa en el proyecto de publicar un libro ilustrado sobre Alejandra Pizarnik. En el cartel de la feria ha trabajado dibujando personas, algo que no es muy habitual en su obra, salvo por los retratos de escritores. ¿Hay alguno especialmente inspirador? “Que conecten con lo que he querido expresar o representen lo que a mí de forma vital me gusta están el filósofo Josep María Esquirol, la poesía de Sánchez Rosillo o de Jesús Montiel o la de Emily Dickinson; o también el empuje de la editora Belén Bermejo, que nos dejó el año pasado”. En cuanto a ilustradores, destaca al italiano Andrea Serio o a Paco Roca y a pintores como Van Gogh y su espíritu.
La feria también tiene su propio espíritu. Lo ha tenido desde que se puso en marcha, allá por 1933. “Cultura del espíritu universal”, rezaba entonces la declaración que los organizadores de la feria hicieron para su puesta en marcha. No era el único fin, por supuesto, ahí estaban entre otros, como la cooperación para la propaganda y difusión del Iibro, la guerra al arribismo literario, la progresión estética del libro… todas ellas cuestiones reconocibles en la feria de hoy. Pero ochenta ediciones han dado para mucho. Y todo ello se ha plasmado en imágenes que tendrán un protagonismo especial en esta próxima edición con la publicación de un libro sobre la historia gráfica de la feria.
La ingente labor de revisar material gráfico, ordenarlo, elegir las imágenes y montar el libro ha corrido a cargo de la editora Pilar Eusamio. El principal objetivo con este proyecto es, en palabras suyas, “dar a conocer la historia de una celebración que nace de una idea brillante que surge de algunos editores y se lleva a cabo propiciada por los estudiantes de la escuela de librería”. El fin que tenían los promotores era acercar la cultura al pueblo sacándola a la calle, lo que entronca con las tendencias educativas de las primeras décadas del siglo pasado, cuando en España convivía este interés por la cultura con un índice de analfabetismo de más del sesenta por ciento.
Poner en marcha el libro ha supuesto una gran labor de investigación. “Es la parte mas enriquecedora de mi trabajo”, subraya Pilar Eusamio. “Cuanto más buscas más encuentras y, cuando terminas de encontrar todo, te ves inmersa en más de cinco mil imágenes y ahí es donde llega la duda de decidir cuáles serán los hilos que formarán la madeja del libro”.
Los fondos fotográficos han salido de los propios de la Feria del Libro y se ha recurrido a la Biblioteca Municipal de Madrid, al Archivo Municipal y a fondos de grandes fotógrafos como Cristóbal Portillo, Martín Santos Yuvero, Vidal, Díaz Casariego, Ana Muller, Hermes, y los fotógrafos de la feria Jorge Aparicio, Bonilla, María José Acuña, Cadierno y Maica Rivera. En cuanto a memoria escrita, existe una historia de la Feria del Libro de Madrid de Fernando Cendán que abarca el periodo entre 1933 y 1986. “Es la fuente más fidedigna, aunque solo llega hasta esa fecha. A partir de ahí toda la documentación ha salido de la propia feria, de sus archivos, actas y fotografías”. El libro incluirá también un prólogo a cargo de Ana Martínez Rus, historiadora y profesora de la Universidad Complutense de Madrid, y un epílogo de Antonio Basanta, doctor en Literatura Hispánica y vicepresidente de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez.
La feria empezó a montarse en 1933 en el paseo de Recoletos. En El Retiro lleva ya cincuenta y cuatro años. En las imágenes se muestran los cambios que ha habido desde entonces. “La moda es de lo más llamativo. Hay algo muy curioso, que es la evolución de la elegancia en relación con los eventos especiales. A la feria se iba bien vestido, no de trapillo como vamos ahora todos. Se iba como se hacía para acudir a una representación teatral o si ibas a montar en avión”, cuenta la editora. “Cuanto más se ha acercado la cultura a las personas, más ha variado la moda. Es como si perteneciera a tu cotidianeidad y por tanto ya no tienes que ponerte de una manera especial para acudir a esos lugares”, añade.
La feria son los libros en la calle y es para todos, algo popular. De hecho, siempre se ha visto esa aglomeración de personas que reflejan las fotos actuales y que tanto llama la atención. En los años anteriores ya había una inclinación hacia esta cultura para el pueblo, con el afán de los grandes intelectuales intelectuales de la época, la creación de la Institución Libre de Enseñanza, los llamados grupos escolares, la labor de las bibliotecas públicas o las Misiones Pedagógicas. “El objetivo era el mismo: todo el mundo tiene derecho a aprender. Se populariza la lectura, la gente quiere saber”. En este contexto nace la Feria. “Todo estaba a favor de un lugar donde se acercase la cultura al pueblo”, añade Pilar Eusamio.
Luego llegó la Guerra Civil con su carga de muerte y exilio. Todo este contexto se cortó en seco y la feria se paralizó entre los años 1936 y 1944. “Algo vieron cuando se reanuda la feria, que entonces la llevaba el Instituto Nacional del Libro y operó con unas características muy similares. Lo importante aquí es la continuidad, daba igual quien haya estado en el poder, siempre ha seguido”. De ahí que la editora Pilar Eusamio afirme que “la constante que siempre ha habido es el amor por los libros, la tradición que hace que los abuelos lleven a los nietos a la feria. Desde pequeños la conocemos, no solo vecinos de Madrid, sino también gente que viene de fuera de la ciudad e incluso del país”. Se trata, agrega, “de un evento maravilloso que reúne a casi dos millones y medio de personas durante diecisiete días”.
En la feria lo importante son los libros y el público, más incluso que los autores. Los escritores tienen una actividad muy solitaria y las presentaciones son agotadoras, de modo que las ferias del libro se convierten en algo distinto. “La Feria del Libro es un lugar mágico. Es encuentro entre lectores con los autores y esa magia que se crea entre todos ellos”. Y toda esta magia se recoge en el libro que se edita con motivo de la cita libresca de El Retiro y que contará con más de quinientas fotografías.
La elaboración de este libro no es ajena a las nuevas tendencias editoriales. De hecho, se ha puesto un especial cuidado en la ecoedición, una de las preocupaciones principales del mundo del libro en la actualidad. “Vamos a seguir los criterios más avanzados de ecoedición: un papel gestionado a partir de bosques medioambientalmente sostenibles, libre de cloro y con tintas de fibras vegetales. Se van a medir tres parámetros: el agotamiento de recursos fósiles, del ozono y de la huella de carbono”.
La Feria del Libro ya tiene varios certificados de gestión medioambiental. Esto se traslada a todos los aspectos que mueve este evento, incluida por supuesto la edición del libro, que aparecerá como “neutro de carbono y llevará una etiqueta de ecoedición que irá junto a los créditos porque creemos que debemos dar ejemplo de que es posible editar con un impacto ambiental neutro”, avanza la editora.
La cita ya está preparada, cartel, expositores, homenajes, el libro que nos contará su historia, la presencia de libreros, editores e instituciones. Los autores llenan de tinta sus plumas para dedicar sus obras; las editoriales piensan en esas fechas para sus novedades posveraniegas; Colombia se apresta para mostrar la extraordinaria riqueza literaria que siempre ha tenido. Todo listo para que los visitantes tomen El Retiro en septiembre en una cita cultural y festival.
Es una cita extraña, tras una pandemia que nadie, salvo algún que otro guionista de ciencia ficción, pensó que pudiera ocurrir, que se celebra en una época del año ajena a la tradición. “Septiembre es un mes bueno para la feria a pesar de todos los condicionantes —dice el editor Juan Casamayor—. Siempre hay argumentos en contra: que la gente vuelve de vacaciones y que tiene menos dinero, o que si están haciendo mayor esfuerzo con los libros de texto. Pero todo esto siempre son argumentos secundarios, porque lo más importante es demostrar que seguimos ahí, que somos capaces de hacer cosas”. De momento y hasta que llegue la tan ansiada cita, hay que quedarse con algunas palabras que ya suenan por los rincones de El Retiro: libros, magia, reencuentro… en definitiva, Feria del Libro de Madrid.