La pandemia ha propiciado el avance del entorno digital en el mundo del libro, pero para unos editores mas que para otros. No cabe duda que el ámbito de la enseñanza ha sido uno de los más afectados. La Asociación Nacional de Editores de Libros y Material de Enseñanza (Anele) ya indicó el fuerte aumento del uso de sus plataformas a raíz de marzo de 2020. Ya sin cuarentena pero con la pandemia viva, el entorno digital sigue siendo protagonista para una poderosa industria del libro educativo. De hecho, los contenidos digitales para este año han crecido un 28 por ciento dentro de un sector que factura 820 millones de euros anuales.
Así no es de extrañar que los editores busquen fórmulas para luchar contra el pirateo y la actividad ilegal o, como lo denominan ellos, intentar que haya un “entorno digital seguro”. En este contexto figura la alianza que en febrero han sellado los editores de libros Educativos y la asociación sin ánimo de lucro Cedro, especializada en la defensa de los derechos de autor.
El objetivo de la alianza es que facilita soluciones tecnológicas que permitan el uso de contenidos de calidad “con el fin de que profesores y alumnos trabajen de forma segura y con contenidos de calidad y no con copias ilegales o plagios”.
Cedro desarrolló una aplicación denominada SAR, que permite identificar cualquier uso digital de las obras que estén concluidas en su repertorio, de modo que puede detectar si está haciendo un uso indebido en las redes abiertas o cerradas. La idea de los editores es incorporar su catálogo a esta aplicación.
Cuando se llegó a este acuerdo, el presidente de Anele, José Moyano, subrayó que esta iniciativa es “más necesaria que nunca” una vez que la Covid-19 ha impulsado la educación a distancia.
Mientras, el director general de Cedro, Jorge Corrales, destacó la necesidad de “integrar a los estudiantes en la sociedad digital”. “Para ello es necesario que desarrollen las destrezas relacionadas con el acceso a la información y la creación de contenidos en un marco de buenas prácticas en materia de propiedad intelectual”.
La intención de Anele (que está integrada por editoriales que representan al noventa por ciento del mercado) y de Cedro (cuyos miembros son cerca de treinta mil entre escritores, traductores, periodistas y editores) es facilitar esta herramienta a las Consejerías de Educación de las comunidades autónomas para que puedan integrarlas en sus plataformas y evitar que entre los contenidos que ponen a disposición de alumnos y profesores puedan utilizarse copias piratas o plagios de libros y demás contenidos educativos.